COMO VENCER LA TENTACIÓN
A veces puedes sentir que una
tentación es demasiado insoportable, pero eso es una mentira de Satanás.
Dios ha prometido que nunca
permitirá que haya más sobre ti que lo que te pone dentro para vencerla.
Él no te permitirá ninguna
tentación que no puedas superar.
Sin embargo, también debes hacer
tu parte practicando ciertas claves bíblicas para derrotar la tentación, una de
ellas es concentrar tu atención en algo diferente.
Te sorprenderá saber que en
ninguna parte de se nos dice que debemos “resistir la tentación”. Se nos dice
que “resistamos al diablo (Santiago 4:7), pero eso es muy distinto. En cambio,
se nos aconseja que volvamos a enfocar nuestra atención porque resistir un
pensamiento no resulta. Sólo intensifica nuestro enfoque en lo malo y fortalece
su fascinación.
Permíteme explicarte:
Cada vez que intentas bloquear un
pensamiento en tu mente, lo grabas más profundo en tu memoria. Cuando lo
resistes, en realidad lo refuerzas. Esto resulta especialmente cierto en el
caso de la tentación. No la derrotas luchando contra los sentimientos que te
produce. Cuanto más luchas contra un sentimiento, tanto más te consume y
controla. Realmente lo fortaleces cada vez que piensas en él.
Dado que la tentación siempre
empieza con un pensamiento, la manera más rápida para neutralizar su
fascinación es concentrarte en otra cosa. No luches contra ese pensamiento,
simplemente cambia el cauce de tu mente y procura interesarte en otra idea. Este
es el primer paso para derrotar la tentación.
La batalla contra el pecado se
gana o se pierde en la mente.
Cualquier cosa que atrape tu
atención te atrapará a ti. Por eso Job dijo: “Hice un pacto con mis ojos para
no mirar con lujuria a ninguna mujer joven”, Job 31:1. Y el salmista oró:
“Guárdame de prestar atención a lo que no tiene valor”, Salmos 119:3.
¿Alguna vez viste un anuncio
comercial en la televisión promocionando una comida y de repente sentiste
hambre? ¿Has oído toser a una persona alguna vez e inmediatamente sientes la
necesidad de aclarar la garganta? ¿Alguna vez viste a una persona abriendo la
boca en un gran bostezo y enseguida sentiste ganas de bostezar también? (¡Es
posible que estés bostezando ahora mismo mientras estás leyendo esto!) Ese es
el poder de la sugestión. En forma natural nos acercamos a cualquier cosa en la
que nos concentremos. Cuanto más pienses en algo, tanto más fuerte te retendrá.
Por esa razón la repetición de
“Debo dejar de comer demasiado… o dejar de fumar… o dejar la lujuria” es una
estrategia de derrota. Te mantiene enfocado en lo que no quieres. Es como si
anunciaras: “Yo nunca voy a hacer lo que hizo mi madre”. Te estás preparando
para repetirlo.
La mayoría de las dietas no
resultan porque lo mantienen a uno pensando en la comida todo el tiempo,
garantizando que tendremos hambre. Del mismo modo, un orador que se repite a sí
mismo todo el tiempo: “¡No te pongas nervioso!” ¡Se prepara para ponerse
nervioso! En cambio debería concentrarse en cualquier otra cosa excepto en sus
sentimientos: en Dios, en la importancia de su discurso o en las necesidades de
sus oyentes.
La tentación empieza por captar
tu atención. Lo que capta tu atención estimula tu deseo. Después tus deseos
activan tu conducta, y actúas con base en lo que sentiste. Cuanto más te
concentres en “No quiero hacer esto”, tanto más fuerte te atraerá hacia su red.
Hacer caso omiso de una tentación
es más eficaz que luchar contra ella. En cuanto tu mente está en otra cosa, la
tentación pierde su poder. Así que, cuando la tentación te llame por teléfono,
no discutas con ella, ¡simplemente cuelga!
A veces esto significa dejar
físicamente una situación tentadora. Hay ocasiones en que lo correcto es huir.
Levántate y apaga la televisión. Aléjate de un grupo que está contando chismes.
Abandona el cine en medio de la película. Para que las abejas no te piquen,
quédate lejos del enjambre. Haz lo que sea necesario para
concentrarte en otra cosa.
Desde el punto de vista
espiritual, nuestra mente es el órgano más vulnerable. Para reducir la
tentación, mantén tu mente ocupada con de Dios y otros pensamientos buenos. Los
pensamientos malos se derrotan pensando en algo mejor. Este es el principio del
reemplazo. Vence el mal con el bien (Romanos 12:21).
Satanás no puede llamarnos la
atención cuando nuestra mente está preocupada con otra cosa. Por eso nos
aconseja repetidas veces que mantengamos nuestras mentes enfocadas: “Consideren
a Jesús”, Hebreos 3:1. “Siempre piensen en Jesucristo”, 2 Timoteo 2:8. “Llenen
sus mentes de las cosas que son buenas y que merecen alabanza: cosas que son
verdaderas, nobles, correctas, puras, encantadoras, y honorables”, Filipenses
4:8.
Si realmente quieres derrotar la
tentación, debes organizar tu mente y monitorear tu consumo de los medios de
información.
El hombre más sabio que haya
vivido jamás, advirtió: “Ten cuidado cómo piensas; tu vida está moldeada por
tus pensamientos”, Proverbios 4:23. No permitas que la basura entre a tu mente
indiscriminadadmente. Sé selectivo.
Escoge con cuidado en qué cosas vas a pensar. Sigue el
modelo de Pablo: “Llevamos cautivo todo pensamiento y hacemos que se rinda y
obedezca a Cristo” 2 Corintios 10:5. Esto requiere una vida práctica, pero con
la ayuda del Espíritu Santo puedes reprogramar tu manera de pensar
0 comentarios: